La violencia contra las mujeres es una realidad que transciende las fábulas y los cuentos de siempre. Detrás de muchos príncipes se esconden muchos lobos feroces
Blancanieves se lanzó en brazos de un amor que creyó perfecto y que la acabó anulando; la Bella Durmiente cayó en un sueño forzado y, cuando despertó, había sufrido una violación; a Ariel le arrancaron una parte de su cuerpo bajo el pretexto de alcanzar la pureza; Caperucita fue a las fiestas de San Fermín y fue violada por cinco lobos, la Manada de Pamplona. Todos ellos son testimonios reales.
La novela gráfica “No me cuentes cuentos” escrita por la periodista Sandra Sabatés y dibujada por Judit Crehuet, cuenta historias de supervivientes, como las protagonistas de los cuentos clásicos, aunque las historias que se dibujan en el cómic tienen poco de infantiles.
Hemos escogido este cómic en la semana en la que la lucha contra violencia machista ocupa titulares, porque libros como este son necesarios para combatir otra realidad en nuestros días: la normalización, banalización y el negacionismo entre la gente más joven.
Normalización de la violencia contra la mujeres en jóvenes
Mensajes como «La violencia contra las mujeres es un invento», «La violencia no tiene género», «En otros países sí que hay machismo, no aquí”…, se propagan de forma preocupante en redes. Como denuncia Emakunde en su última campaña por el 25 N: “Negar la violencia machista es una forma de apoyarla”,
Un estudio de la Fundación FAD, Barámetro Juventud y Género 2023, pone cifra a esta tendencia: un 23,1% de chicos jóvenes que cree que la violencia de género “no existe o es un invento ideológico”.
Opiniones del tipo “aunque está mal, siempre ha existido, es inevitable”, “es algo habitual en el seno de una pareja” o “si es de poca intensidad, no es un problema” se extienden entre jóvenes, tanto entre chicos como chicas, aunque siguen siendo superiores en chicos.
Del mismo modo, cada vez se tiende más a no considerar violencia machista obligar a la pareja a mantener relaciones sexuales, empujar o golpear, amenazar, insultar o despreciar, controlar la forma de vestir y horarios, impedir ver a las amistades, etc.